Isla de Providencia: amor por el cangrejo negro

Quería arrancar esta semana, después de un puente festivo, con este post que te manda al carajo el lunes. Resulta que el paraíso existe y tiene un mar de siete colores, perros callejeros que te acompañan de playa en playa y cangrejos negros que terminan en tu plato. Además, es un lugar para leer, dormir en silencio y bucear.  Se llama Providencia y gracias a Dios, ese azul caribe es colombiano. Sorry Nicaragua.



A los que amamos la comida, apenas nos dicen de ir a un lugar, sea un caserío o New York City, lo primero que hacemos es averiguar donde se come bien.  Para este viaje a Providencia me hice un mapa, tipo isla del tesoro, para ubicar qué y dónde comer. La primera parada fue el restaurante Divino Niño en la playa Southwest.  Mi #calichedice no se ocupa de esos temas, le da lo mismo lo que comemos, así que pedí para los dos un mixto que decía que era para una persona. Agradezco esa decisión. Miren lo que es, debajo de ese pescado hay otro. ($35.000)

En Divino Niño ponen hamacas en la playa para que hagas la digestión, más que la siesta. Es imposible no comer ahí, pero sólo lo hicimos una vez, primero porque tanto frito junto no me gusta y segundo porque me enamoré perdida del restaurante Donde Martín, que está en la zona más comercial de la isla, un lugar a media luz y con música en vivo. Nada de papayera o merengue, puro blues, si señores, blues.  


Las veces que fui a Donde Martín pedí cangrejo negro en leche de coco, el cangrejo es una especie endémica de la isla. Teníamos que aprovechar porque desde 1 de abril hasta finales de junio hay veda de cangrejos negros, es la época en la que bajan de las montañas a dejar sus huevitos en la playa, y aunque no están en peligro de extinción, hay que evitar capturarlos antes de llegar al mar y  que se pierdan millones de huevos (me ví un documental sobre esta especie en un café de Providencia).  El plato de cangrejo negro en leche de coco cuesta ($35.000) y no da para compartir. 

En las tardes, cuando baja el sol, un lindo lugar para visitar es Café Studio, de propiedad de una canadiense y un san andresano. Nosotros fuimos con hambre de almuerzo así que pedimos un mixto para compartir ($35.000) 

El mixto estaba rico, pero es que mi paladar sólo quería cangrejo negro todo el tiempo. Así que mucho recuerdo gustativo de este plato no tengo, pero si del pie de capuchino, vale hacer ese viaje a la isla por comerlo.  El pie de limón estaba bien pero no tenía con que competirle al de capuchino. Cada pie ($10.000) 

Le dimos una vuelta a la isla en un carro de golf y aprovechamos para probar algo del restaurante del hotel Deep Blue. Nos comimos un ceviche, no sé si fue la vista que tenía desde el restaurante, la que hizo que ese ceviche fuera magnifico o fue el ceviche en sí. Igual me quedo con Donde Martín. Pagamos ($77.000) por el ceviche y dos postres. (Que comedera de dulce). 

Ir a Providencia es costoso, al tiquete aéreo hasta San Andrés hay que sumarle el vuelo o viaje en catamarán hasta la Isla. -Yo sueño con ser la reina de un catamarán que pase por del río Medellín  pero para vacaciones prefiero el avión-. Comer en cualquier restaurante no te sale en menos de ($80.000) dos personas, que puede ser un plato fuerte para compartir, una entrada y una copita de vino o un postre, una de dos, porque las dos juntas te tira la cuenta a ($100.000).

Mi recomendación es desayunar donde se hospeden, remar el almuerzo con algo tranquilo en una playa, (hay que llevarlo, porque como es el paraíso, la venta ambulante e insistente no existe, esa está en el infierno) y para la cena si ir a alguno de estos restaurantes que les mencioné u otro, la oferta es grande a pesar de ser una isla pequeña.

Fotaza que tomé de uno de los tipos que participa en las carreras de caballos que corren los sábados en la playa southwest, un regalo para terminarles de joder el lunes. Me despido con una selfie con cara de orto ¿pero qué quieren? no se puede ser muy coqueta en el paraíso. Beso