En Argentina yo vivía
a tres cuadras del Shamrock en el barrio de Recoleta, pasaba por ahí casi todos
los días cuando iba al gimnasio, desde el lunes hasta el domingo había siempre
gente en el pub, la mayoría extranjeros, Hace muchos años, cuando recién llegaba a
Buenos Aires, estuve de rumba ahí, era un pub oscuro, con buena música, un
tanto ensordecedora y donde te echaban los perros tipos europeos de países bajos y yankies con
su fastidioso español. Así que cuando vi
el Shamrock del barrio Provenza, en el Poblado me dio nostalgia y entré con unas
amigas. Tenía el mismo logo del de
Buenos Aires, pero no era tan oscuro ni tan encerrado, La música muy buena pero con volumen de radio
de vigilante. No sé si porque era un domingo de puente pero sólo había una chica
que atendía la barra, las mesas y administraba y una señora que se encargaba de los pedidos de
la cocina. Había varios extranjeros, supongo que por ser una zona donde hay
varios hostales. Pedimos una jarra de clericot
de Mendoza, así aparecía en la carta, cuando le dije a la chica si tenía clericot me
miró con cara de: uy me fijo en internet
como se prepara y seguro que algo saco. Nos arriesgamos a pesar del gesto de
ella, y el riesgo fue fatal. El clericot es una bebida que se hace con vino
blanco o con vino tinto frio, se toma sobre todo en verano, ¿la diferencia con
la sangría? Ni idea, el que sepa donde está el limite de ambos tragos que me
diga. El tema es que el clericot lleva manzana verde en trozos, piña, algunos
frutos rojos y hasta el jugo de una naranja, hay quienes hasta le meten un poco
de kiwi.
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Este es Shamrock Medellín en la carrera 35 No 8A 11 |
Imagínense que están en una mesa afuera donde se escucha el
sonido de una quebrada, ves un bosque tupido, es una calle cerrada así que no
ves pasar carros y hace un calor de 30 grados a la sombra a las 10 de la noche,
lo único que falta es tu jarra de clericot
cargada de hielo y colores y en cambio ves venir una jarra anémica con el color
amarillo del vino blanco, el pálido de la manzana verde y una que otra
piña blancuzca, ahí te querés morir,
encima vienen la jarra acompañada por unas copas bajas como esas de ensalada de
frutas, llena de trocitos de manzana verde , como si no entendieran que la idea
de la fruta en el vino es que ésta lo absorba el mayor tiempo posible antes de
llegar a la copa. La fruta servida en la copa para ser bañada con el vino, es
muy, muy sin sentido.
Echada al dolor, yo más que mis amigas, nos tomamos ese
clericot, y sin escarmentar pedimos algo para picar. Ese día yo estaba reacia a escuchar mi sentido común: Paula no comas en
un bar y mucho menos si solo hay dos
personas encargadas del lugar. Pedimos unos chili nachos que resultó siendo un
pegote de sour cream, pico de gallo, queso y nachos y unos granos de frijol
cargamanto en representación del chili,
que tocaba comer con tenedor. Esto resulto siendo más ilógico que la
fruta servida en la copa, se supone que los nachos son comida finger food ¿para
qué el tenedor? Aparte no sé como los prepararon pero el sabor a cubo de caldo
de gallina lo invadió todo, no hubo ni antibacterial que me quitara de las
manos ese olor.
María una de mis amigas no probó los chili nachos porque no
le gusta el tomate, entonces pidió un choripán. La mesera, que era una divina, le explicó que en ese momento no tenía choripan
pero si Alepan, con la debida explicación de que el choripan es argentino y el
Alepan es Alemán. What????? O sea que
aprendimos que la palabra chorizo hace referencia sólo a un embutido
argentino, cuando se trate de otro
embutido igual, se debe usar las tres primeras letras del país de origen del
embutido en tripa, es decir acá se llama colpan, si la receta se hace en
Chile es chipan y ecupan si fuera ecuador, y
así dependiendo del lugar.
Ya habíamos tenido suficiente por esa noche, así que pedimos
la cuenta. La jarra valió $34.000, los chili nachos que salieron en $19.000
, más el 10% de la propina que venía incluida, fueron $58. 400. No nos pareció
caro porque éramos cinco y cada uno pagó 12 mil pesos, pero es una experiencia
para no repetir. Volvería al lugar un viernes o sábado pero sólo a tomar
cerveza.
Como primera seguidora oficial de este blog, exijo ser invitada alguna de esas 3 veces por semana a alguno de esos lugares de bajo presupuesto.
ResponderEliminarPero claro Sara, más adelante podemos armar un grupo de cata restaurantes de bajo y mediano presupuesto. Sé que vos y Juan Roberto se suman de una. Ah, espero que podamos meter en el blog alguna de tus recetas de la India, con fotos reales.
ResponderEliminarVoy a seguirte de cerca en esta faena, pues descubrir de nuevo a Medellín pasa por probar los nuevos sabores que se proponen, unos más originales que otros. Me le apunto a cenar los jueves.
ResponderEliminarHola, me encanta el expresso sin azúcar. Si, más adelante puede andar la idea de buscar sitios para probar en Medellín, eso sí tenemos que ampliar la frontera de El Poblado y Laureles, me incluyo en que raras veces la cruzo. Un beso y que bueno que estes en este blog
EliminarEstuve en esta misma mesa, lo mejor de la nocheaje para el recuerdo fue la casa de la mesera al mencionarle el famoso clericot, quedó como hechizada o mejor dicho clericada. Aprendimos muchas palabras en la experiencia Shamrock.
ResponderEliminarjajajaja
ResponderEliminarHasta en la casa de la mesera estuvimos, ese clericot si estaba como raro.
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