Descubrir un balcón con el techo tapizado de verde y luces hace que, inevitablemente, quieras subir ahí a pasar la tarde. Esa es la primera imagen que te brinda Olé-Olé, un restaurante de comida española en la Vía Primavera. La segunda imagen que te queda en la mente es la de su dueño (creo que lo es), un chico de baja estatura con gafas de aumento marca Versace, pantalón tipo uniforme de odontólogo con un estampado infantil, unas - las ya tradicionales- crocs que usan los cocineros y un look capilar adolescente.
El cocinero súper buena onda y con un acento españolisímo, te pide que lo dejes sentarse a tu lado para narrar paso a paso el menú. Es una estrategia que hace sentir a los clientes importantes, pero yo no sé si tanta información desplegada, verbalmente, confunda en vez de ayudar a la hora de elegir un plato y miren que yo me precio de tener una memoria prodigiosa.